Cuando te des cuenta de que tiendes a tropezar con la misma piedra más de dos, y de tres, y puede que muchas más veces.
Cuando sientas que tus emociones te controlan por completo. Que la ansiedad te paraliza. Cuando veas que poco a poco se ha ido comiendo terreno de tu vida. Que te ha ido arrinconando en tu casa. Cuando la depresión te supera. Si no ves ni la más mínima esperanza y parece que mañana será peor que hoy. Cuando tus pensamientos sean una obsesión de la que no puedes desprenderte por mucho que lo intentes.
Cuando dependas de algo. Del tabaco, del alcohol o de alguna droga. O incluso de estar tan pendiente del teléfono móvil que te alejas de quien tienes al lado.
Cuando tengas un miedo tan intenso a hacer algo que pierdas oportunidades para disfrutar. Como miedo a volar, o miedo a conducir. Puede que te aterre algún tipo de animal o algún lugar en el que temas que algo pueda ocurrir.
Cuando necesites una orientación. Y comprender qué cosas hacen que no logres tus objetivos, o necesites ayuda para conocer cuales son tus objetivos.
Cuando no logras dormir. Puede que el pasado se te presente cada noche, una mala experiencia, una mala decisión. O que la ansiedad te pida que resuelvas todos los problemas de mañana de golpe. Quizás no sabes muy bien lo que sucede, pero las pastillas o la televisión ya no te ayudan a dormir como antes.
Un psicólogo puede ayudarte. Evaluando aquellos aspectos de tu comportamiento que pueden ser parte del problema aunque a veces los vivas como una solución. Detectando la manera en que regulas las emociones, intentando suprimir sensaciones o negándote a aceptar ciertos pensamientos. Y, cuando haya establecido un buen diagnóstico y un buen análisis, proponiéndote unas pautas para que puedas encontrar una salida a tu problema.
Yo puedo ser ese psicólogo que te ayudará.
No esperes a mañana, contacta hoy sin ningún compromiso.